Por: Vlado Galofre / Comunicador Social y Periodista
El sol picante del sábado de Carnaval comienza a despedirse y el desfile de la Vía 40 se desplaza hacia las calles de los barrios aledaños. Miles de personas emocionadas cantan y bailan aún contagiados por la alegría que les dejó impregnada la Batalla de Flores.
En una de esas esquinas de San Pachito, se encuentran unos personajes que se roban la mirada y aplausos de los transeúntes. Esto es diferente a todo lo que acaban de ver en el gran desfile de la Vía 40, incluso nunca antes visto en otra parte del mundo.
Una banda robótica, con ocho personajes con su propio estilo y habilidad, que gracias al ingenio de Guillermo Gutiérrez cada año cobran vida y son tan carnavaleros como cualquier habitante de este populoso sector de Barranquilla.
Guillermo es un técnico empírico, con una creatividad propia de un genio, pues a pesar de tan solo haber estudiado hasta quinto de primaria, dedicó su vida a la electrónica. Comenzó interesado por los carritos de control remoto, los veía y se preguntaba cómo era que andaban y solo hasta desarmarlos y conocer sus partes pudo descubrir los motores y su funcionamiento.
Esa curiosidad lo llevó a dedicarse a la reparación de electrodomésticos como abanicos, televisores o equipos de sonido que los vecinos le llevan confiando en sus habilidades para dejarlos como nuevos.
Su taller es un viejo mesón que tiene en el patio de su casa, al aire libre y rodeado de piezas, motores y cables, trabaja bajo la sombra de un palo de mango, con música de carnaval que sale de un radio antiguo que parece de material indestructible, con el que ameniza sus labores cada mañana.
“Cuando termina diciembre voy sacando a todos los muñecos, cada uno es especial, tanto por lo que representa como por lo que necesita para funcionar. Los dejo listos para que durante los cuatro días de carnavales la den toda y sean la atracción de todos los que por aquí pasan” Manifiesta Guillermo, mientras ajusta algunos cables que le dan corriente a una de sus creaciones.
Hace más de 15 años comenzó a conformarse esta familia de muñecos mecánicos que funcionan electrónicamente, “solo necesitan una base de motor, piñones y la idea” dice Guillermo con la frescura que lo caracteriza, quien además advierte que los muñecos no están a la venta, pues ha recibido diferentes propuestas económicas, pero se niega a desprenderse de ellos.
Guillo, como lo conocen, ve esta iniciativa como un arte que comparte con la gente, pero no como una oportunidad de negocio, “para eso arreglo los electrodomésticos”, agrega.
Aunque no busca lucrarse vendiendo sus robots carnavaleros, si confiesa que darle vida y corriente a esta agrupación le genera una inversión no solo en tiempo sino también económica, pero que cuenta con el apoyo de sus seres queridos para sacar adelante el proyecto y continuar con la tradición de darle chispa a sus ‘muchachos’.
“Nunca he recibido un peso como apoyo, todo es gracias a la familia y los amigos que siempre están. Si yo tuviera patrocinio o un incentivo del gobierno estos muñecos los pongo a caminar y hasta a bailar” asegura Guillo.
Aunque no tiene un nombre definido, esta ‘comparsa robótica’ puede ser el origen del futuro del carnaval, el mismo creador manifiesta que con las uñas ha logrado hacer una innovadora propuesta para la Fiesta y queda la intriga por saber hasta dónde podría llegar Guillo con apoyo de la bolsa de estímulos del Distrito, el Gobierno, alguna fundación o el mismo sector privado y tecnológico.
En tiempos de inteligencia artificial, cuando cada día nos asombramos más por los avances tecnológicos y lo cerca que estamos de interactuar con robots que nos ayuden en tareas cotidianas o específicas sin intervención de personas, Guillo y su orquesta robótica pueden llegar a ser la primera agrupación no humana que desfile en unos años por la Vía 40 o que arme por sí mismos una parranda o una rueda de cumbia en las calles de San Pachito.
Sin saberlo y sin muchos conocimientos en la materia, Guillermo Gutiérrez realiza un proyecto de robótica simple, construyendo muñecos que realizan tareas básicas, pero que están cerca de ser unos verdaderos robots, si logran hacer sus movimientos de manera autónoma, sin la intervención humana constante. Además, podrían evolucionar con la Inteligencia Artificial, adquiriendo la capacidad de aprender y tomar decisiones basadas en los datos y experiencias. Todo esto puede ser posible, como dicen por ahí: “Talento hay, lo que falta es apoyo”.
Por el momento Guillo sigue en lo suyo, pasándola bacano con sus familiares y amigos mientras arma y ajusta sus muñecos. Cuando todos bailan y celebran el Carnaval, él se preocupa por el funcionamiento de su banda. Sigue siendo ese niño que jugaba con carros electrónicos y se preguntaba cómo era posible que se movieran mientras se divertía con ellos, solo que hoy con unos años más de experiencia tiene sus propios muñecos mecánicos con los que se entretiene y divierte a todo el público que pasa admirado y emocionado por la puerta de su casa.