Mis saludos y respeto para todos los barbaristas que siguen mis venenosas pildoritas cargadas de lo que piensa la gente en las calles. Aquí yo me encargo de tirarla plena y no me quedo con nada, vale mía. Para eso estamos, llavecita. Vamos con todo.
Vea, cuadro, ojalá no vayan a malinterpretar el sentido de mi columna, yo soy un convencido que Barranquilla sin arroyos es una ciudad mas segura, moderna, competitiva, amable para su gente. Mejor dicho, es una mejor ciudad. Discutir esa vaina es estar loco y tirando piedra, mi llave.
Eche, valecita, pero como decía el filósofo de mi barrio: una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa. En otras palabras, una vaina es que canalicen los arroyos y se acaben para siempre estas peligrosas corrientes de la muerte y otra muy diferente es que los contratistas que están a cargo de la ejecución de estas obras se demoren el tiempo que les da la gana desarrollando su trabajo y además, les importe un pepino el duro golpe económico a los pequeños comerciantes, las incomodidades a los vecinos del sector y sobre todo, los insoportables trancones que se viven en la ciudad por las vías cerradas.
Joda, cuadro, es que Barranquilla es la única ciudad de Colombia donde los albañiles, oficiales de construcción y ayudantes de obras trabajan con horario de secretarias, es decir, de 8 a 12 y de 2 a 6. Mandan cáscara, cuadro. No puede ser que los manes avancen a ritmo de tortuga artrítica y que pa’ más piedra hagan siesta hasta cuando se comen un boli.
No hay derecho a tanta negligencia, vale mía. Por eso hay vías que llevan cerradas más de un año, negocios que se han quebrado y al flamante secretario Rafael Lambón solo le interesa andar cual porrista, para salir en la foto al lado del alcalde, mostrando sus corronchos pantalones de terlenka, que desentonan siempre.
Es que aquí vivimos bajo la dictadura de los grandes contratistas de obras, que son los que deciden cómo y cuando trabajan. Por eso, nada importa si se le inunda la casa al pobre man del barrio o si tienen que cerrar una tienda, miscelánea, sai o mesita de venta de minutos. Aquí lo único que impera es la ley de las grandes empresas que tienen mamándose un cable adulto a los pobres barranquilleros.
Son muchas las voces que se levantan para reclamarle al alcalde y a Rafael Lambón que puyen a los contratistas, sin embargo, el destemplado secretario parece estar más preocupado por las jugosas ligas y andar de perrito faldero del primer mandatario. Así es la vida, un tubérculo como este que lo trajeron en guacal a Barranquilla, ahora se cree nacido en las mismas entrañas del Country Club.
Vea, cuadro, por eso desde mi humilde columna hago un llamado al alcalde para que saque el perrero y comience a jochar a toda esa partida de contratistas barrigones, elitistas, burócratas y holgazanes, para que se pongan las pilas y comiencen a entregarle a los ciudadanos las obras en el tiempo estipulado.
Joda, loco, ya está bueno de tanta negligencia y pesadez. Ya está bueno de tanta burla e irrespeto con los que pagamos los impuestos a través de los cuales sale la plata para pagarle los contratos que alimentan su voraz apetito. Eche, cuadro, yo no quiero ni pensar qué pasará si llega el mes de diciembre y nosotros todavía con tantas vías cerradas. El caos va a ser teso e insoportable y con el doctor Piñata a la cabeza de la Secretaría de Movilidad, el trancón está asegurado, cuadro.
También quisiera aprovechar la oportunidad que me entregan hoy mis amigos del portal Hora 7/24 para volver a sacar el perrero y decirle al ingeniero Rafael Lambón que investigue qué es lo que está pasando en la carrera 38 entre Murillo y Paseo Bolívar cada vez que llueve e igualmente saber qué pasa en el arroyo de Rebolo, el cual después de muchos años se volvió a desbordar. Joda, loco, no quisiera creer que este aumento súbito en la corriente de los arroyos de esos sectores sea la consecuencia de las obras de canalización que se adelantan en algunos arroyos. Esa vaina sería el acabose.
Vea, cuadro, yo simplemente hago mi análisis, tiro mi línea, saco mis conclusiones y canto la zona. Ojalá los flamantes funcionarios se pongan las pilas y no descuiden estos temas. Hay que trabajar duro y parejo. Por eso, yo admiro la capacidad de camello del alcalde, que es un ejecutor, pero creo a veces que algunos de sus funcionarios son unos verdaderos embuchados, entre ellos el Dr. Lambón, Chente el imitador de Gobierno, el Dr. Piñata, el Corronchón de Edubar, el Gallo Giro saludable, entre otros. Puros figurines que no sirven para nada, cuadro.
Bien, vale mía, me voy abriendo como el paraguas, porque con ese poco de vías cerradas me demoro un poco de tiempo en moverme por la ciudad y tengo que ir a rebuscarme. Con ustedes la paso sabroso, pero no me gano ni un peso y tengo que salir a rebuscarme para llenarle la nevera a los barbaritos de mi casa. Chao, pescao.