Una de las principales incógnitas de las elecciones legislativas en Colombia giraba en torno al recién nacido partido Farc. Este concentraba gran parte de la atención de una opinión pública dividida en torno a la cantidad de votos que este alcanzaría.
Por un lado, las fuerzas que votaron No en el plebiscito del 2 de octubre aseguraron siempre que, de espaldas a la opinión pública, se pactó en La Habana un presunto acuerdo para impulsar al partido Farc y robustecerlo en el Congreso más allá de las 10 curules que ocuparán entre Senado y Cámara.
Por otra parte, estaban quienes sostenían que se trataba de una estrategia del uribismo para alentar miedos que se tradujeran en votos y canalizarlos hacia el Centro Democrático en la figura de Iván Duque y Álvaro Uribe.
Lo concreto es que en su debut en el ruedo político, la desmovilizada guerrilla consiguió 52.532 votos para Senado (0,34% del total) y para Cámara 32.636 (0,21% del total), unas cifras exiguas que no les permitió añadir más congresistas a los que tienen derecho como parte del acuerdo firmado con el gobierno.
Coronan así una campaña agridulce en la que recibieron respaldos de ciertos sectores de cara al futuro, pero marcada también por las muestras de rechazo en contra, algunas incluso violentas, y la retirada de su candidato presidencial debido a quebrantos de salud.