De Norberto Peluffo, la hinchada del Junior recuerda cómo vivía los partidos en la zona técnica, cómo festejaba los goles de su equipo y su estilo peculiar para hablar de fútbol, sin tanto misterio. Por todo lo anterior, el santandereano logró tener mucha empatía con los seguidores rojiblancos.
Con Peluffo como entrenador, Junior estuvo muy cerca de quedar campeón en el 2000 y le hizo pasar un mal rato a Boca Juniors en los octavos de final de la Copa Libertadores del 2001, que terminó ganando el equipo argentino.
Tuvo dos ciclos al frente del conjunto barranquillero, de los cuales fue mejor el primero. El segundo, en 2005, cuando llegó para reemplazar a Carlos Ischia, no resultó tan exitoso, pese a que logró clasificar a los cuadrangulares semifinales gracias a un agónico triunfo 1-0 sobre Atlético Nacional, en Medellín.
Peluffo mantiene vivos esos recuerdos y, aunque sostiene que el objetivo final cuando se dirige es quedar campeón, algo que no logró en el Junior, asegura que su paso por Barranquilla ha sido uno de los más agradables de su carrera deportiva como jugador, entrenador y coordinador de divisiones menores.
Precisamente, para ocupar este último cargo, llegó al Junior a finales de 1999. Ese año había sido técnico del Atlético Bucaramanga y había tomado la decisión de no dirigir más a nivel profesional. Quería dedicarse a trabajar en la base, con la idea de darles oportunidad a los jóvenes, tal como se la brindó a él Oswaldo Juan Zubeldía, quien con 18 años lo puso a debutar en Nacional.
Se puso de acuerdo con Antonio Char y una de las primeras cosas que hizo fue recomendar como técnico a Juan José Peláez, quien terminó siendo el elegido entre varios candidatos. A pesar de que Peluffo trabajaba con las menores, Peláez lo vinculó mucho al equipo profesional. Veía los partidos desde la tribuna y desde allí transmitía sus observaciones al asistente Alexis Mendoza.
“Juan José sufre quebrantos de salud, se va y me ofrecen el equipo. Yo no quería porque mi ilusión era viajar por la Costa y traer jugadores al Junior, pero Juan Abuchaibe es el que mete el último impulso para que aceptara. Me dijo que yo tenía experiencia dirigiendo en la A, que ya llevaba un tiempo en viviendo Barranquilla y que me iba a ir muy bien”.
Allí comenzó entonces la era de Norberto Peluffo como técnico del Junior, al que logró meter entre los cuatro primeros de la reclasificación, que daba derecho a disputar el cuadrangular final.
“Nosotros llegamos hasta el último partido primeros del cuadrangular. Si ganábamos en Bogotá éramos campeones. Sigo pensando que ese fue el partido que no jugamos bien. Ponernos a ganar en el primer tiempo llevó inconscientemente al equipo a tomar una decisión errada de tratar de defender ese 1-0. Nos dejamos someter mucho por Santa Fe y pudimos hasta haber perdido. El partido determinante no fue el mejor de nosotros en el cuadrangular”, afirma.
Contra el Boca de Bianchi y los colombianos
El subtítulo clasificó a Junior a la Copa Libertadores del 2001, en cuya primera fase el equipo se clasificó logrando triunfos resonantes sobre Rosario Central (3-1), Vélez Sarsfield (4-0) y uno muy importante en Lima sobre Universitario (2-1). Esto le dio el derecho a enfrentarse en octavos a Boca Juniors dirigido por Carlos Bianchi, y que tenía en sus filas a los colombianos Óscar Córdoba, Jorge Bermúdez y Mauricio Serna.
“Teníamos un equipazo con ‘Chico’ Restrepo, Marquinho, Zuleta, Arriaga, Ballesteros, Zambrano y Alcázar. Avanzamos de ronda, tuvimos la dificultad del caso de René Higuita, del que no me gusta hablar, que en su momento tocó tomar una decisión, pero eso ya pasó. Hoy René me saluda normal, no hay resentimientos, son decisiones que uno toma y era arriesgado porque teníamos un partido en Lima que si perdíamos quedábamos eliminados”.
De aquella serie contra Boca, Peluffo aún recuerda las palabras de Bianchi en la rueda de prensa después del partido en Argentina: “Clasificamos, pasamos de ronda, pero nunca fuimos superiores a Junior”, dijo en ese entonces el ‘Virrey’.
“En Barranquilla comenzamos a perder muy temprano, con gol del ‘Chelo’ Delgado, en una noche fantástica que se vivió en ese estadio. Era la primera vez que yo dirigiendo salía primero que el grupo, porque siempre salía al final. Quería ver la fiesta y fue una locura cuando salió el equipo. Rápidamente remontamos y nos ponemos 2-1 y termina así el primer tiempo. Les digo en el camerino (a los jugadores), ‘nosotros nos podemos ir clasificados para Buenos Aires’. En los primeros 25 minutos del segundo tiempo pudimos haber hecho dos goles más. Tuvimos jugadas clarísimas para irnos 4-1 por lo menos, los teníamos listos, pero en una jugada de bola quieta hacen un saque de banda a Barros Schelotto, que así como viene tira un centro y en el segundo palo Riquelme le gana a Hayder Palacio y hace el 2-2. Así como el estadio se quedó muerto, al equipo le pasó lo mismo y ellos, en otra jugada, nos hacen el 3-2”.
El partido de vuelta, una semana después en la Bombonera, Junior lo comenzó ganando con gol de Henry Zambrano, pero Boca lo empató con anotación de Barros Schelotto. “El partido fue mano a mano, desde la tribuna la gente me gritaba que sacara al rengo porque los podíamos eliminar. El rengo era Arriaga (Risas). Fue una serie muy pareja, pero quedamos eliminados desafortunadamente”.
Después de esa Copa Libertadores, el equipo se sumió en una profunda irregularidad y al no poderle encontrar la vuelta, tras un partido que se perdió 2-1 en Manizales, con Once Caldas, Peluffo presentó su renuncia.
El sueño mundialista
En el 2005, Peluffo volvió al Junior en un momento difícil. Se había marchado el argentino Carlos Ischia luego de una derrota 3-2, en casa con el Medellín. La clasificación estaba complicada y para ello, en la última fecha del todos contra todos, había que derrotar a Nacional, en el Atanasio Girardot. Sin embargo, Junior lo logró al ganar 1-0 con gol en los minutos finales de Luis Cassiani.
“El equipo levantó y logramos una clasificación espectacular en Medellín, en donde eliminamos a Nacional. La idea era tratar de ir llevando el partido y esperar el segundo tiempo. Nos la jugamos, nos salió y clasificamos a un grupo donde nos elimina el Deportivo Cali, que después quedó campeón. Nosotros no tuvimos un buen rendimiento en ese cuadrangular”.
Peluffo fue ratificado para el siguiente año, pero esta vez los resultados no se le dieron y luego de la fecha 11, tras una derrota 3-1 con el Medellín, se marchó. Al equipo había llegado Iván ‘Champeta’ Velásquez, del Barranquilla FC fue ascendido Leandro Vargas y retornaron de otros equipos Víctor Pacheco, Eulalio Arriaga, Bélmer Aguilar, Pedro Ortega y Jamerson Rentería.
“Venía nuevamente con la idea de no seguir dirigiendo profesional, dedicarme a lo que yo sentía, que eran las divisiones menores. En mi primera estadía en Junior, Caracol me había invitado a comentar la Copa América del 2001. Después seguí haciendo algunas cosas, como el Sudamericano Sub-20 y me habían planteado la opción de ir al Mundial de Alemania 2006. Yo como jugador no tuve la oportunidad de ir, como entrenador tampoco, esa era mi oportunidad. No quería dirigir más profesional y me la jugué. Renuncié al Junior, donde las cosas no venían bien tampoco, había mucha irregularidad y me fui al Mundial con Caracol”.
“Rolong era extraordinario”
De los muchos jugadores que pasaron por sus manos, Peluffo recuerda a unos más que a otros, que en su opinión tenían condiciones para llegar más lejos como el lateral cartagenero Eduardo Moreno y Leonardo Rojano, a quien después llevó a Millonarios. También reconoce que Martín Arzuaga fue uno de los jugadores cuyo potencial más le llamó la atención.
“Había otro que me parecía extraordinario: Léiner Rolong. Yo lo había visto jugar en la selección Atlántico, jugaba de nueve en Real Costa Hermosa. Ese tenía que haber sido uno de los grandes volantes mixtos de este país, porque lo tenía todo para haber triunfado: potencia, inteligencia, recuperaba y arrancaba con cambio de ritmo”.
En su lista, Peluffo también incluyó a Daniel Machacón, de quien afirma que “tenía toda la condición de un gran volante mixto, número 8, zurdo que poco se ve en el fútbol. Jugaba de lateral, pero para mí era más volante mixto. César Fawcett no podía ir a entrenar porque todavía estudiaba, pudo haber arrancado mucho antes de lo que arrancó en el fútbol. Era un lateral de muy buena condición. Otro que debutó conmigo fue Pedro Ortega, a quien las lesiones lo frenaron. Todos esos eran jugadores con condiciones para ser cracks. En el fútbol es más lo que uno se equivoca, que lo que acierta y al final lo que uno piensa de determinado jugador, el que lo tiene que ratificar es él”.
Así como destaca que Macnelly Torres y Martín Arzuaga lograron triunfar, lamenta que dos que tenían buenas condiciones no hubieran llegado más lejos, como Lin Carlos Henry y John Velandia. También recuerda a jugadores que no eran del gusto de la hinchada, pero que eran rendidores, como Gian Carlos Torres. “La gente se disgustaba conmigo porque lo ponía, pero son personas que saben que el fútbol es su vida y se preparan, se entrenan bien y terminan jugando por encima del que tenía la gran condición. Era muy buen recuperador en la mitad de la cancha y con su fútbol simple y sencillo, se impuso”.
Hay tres jugadores que Norberto Peluffo dirigió en Junior y cuyos destinos fueron trágicos. Dos de ellos fueron asesinados: Cristian Racero y Darwin Araújo, y el otro condenado por cometer un homicidio: Javier Flórez.
“De Racero, el profesor Virgilio Rodríguez, que trabajaba en la Primera C, me dijo que había un jugador muy interesante en Montería, del físico de Harold Lozano y le pedí que me lo trajera. Era un jugador con presencia, que sabía jugar. Me sorprendió lo que le pasó. Javier Flórez a mí me gustaba mucho, tenía cierto rechazo de la afición, que no le valoraba la capacidad que tenía. Era un jugador muy inteligente para jugar, con esos primeros pases que los filtraba entre líneas. Era un muchacho muy introvertido, muy callado, era un lío para que saludara. Darwin Araújo me parecía un delantero fantástico, zurdo, rapidísimo en los últimos metros. Cuando estaba la norma del Sub-20 lo citamos para una concentración y no llegó porque no consiguió taxi”.
A la distancia, Peluffo celebra los logros deportivos del Junior, su crecimiento como institución y su posicionamiento a nivel internacional. “Lo de Junior es extraordinario y demuestra que uno no estaba equivocado con el potencial costeño, con todos los jugadores que han salido y muy buenos. Todos son producto de un trabajo de divisiones menores que terminan la universidad en el Barranquilla FC. Sí ha surtido efecto tener ese equipo. Junior ha hecho una inversión en divisiones menores que le ha dado resultados. Me acuerdo de Bomboná cuando íbamos con don Fuad y Antonio, en esa época en que se inició su construcción. Tienen que seguir metiéndose de lleno en la Costa, que estoy convencido de que van a encontrar grandes jugadores”.
Tras su salida del Junior, Peluffo no volvió a dirigir más a nivel profesional. Fue coordinador de divisiones menores del Atlético Nacional (2010-2012) y desde 2015, hasta diciembre de 2019, se desempeñó como director deportivo de Millonarios.
Por Manuel Ortega Ponce