Bryan siempre quiso estudiar medicina para «ayudar a los que necesitan», pero nació en la olvidada y golpeada región colombiana del Catatumbo, donde escasea la educación superior y la falta de oportunidades condena a los jóvenes a dejar sus estudios y trabajar «en lo que salga», especialmente «raspar» coca.
Alexandra tampoco duda: quiere estudiar ingeniería de sistemas ahora que terminó el bachillerato, cuenta a EFE mientras ayuda en una olla comunal en El Tarra, municipio del departamento de Norte de Santander. «Tengo un hijo, y eso es lo que más me motiva a salir adelante», explica, consciente como Bryan de que acceder a la universidad es algo titánico para ellos.
Pero ambos se muestran esperanzados por la promesa del presidente Gustavo Petro: la Universidad del Catatumbo, una Universidad de la Paz para una zona en la que desde hace décadas no se conoce más que el conflicto armado y la coca como sustento económico.
El Tarra fue escogido para construir la primera sede de esta universidad sobre la que todavía hay más dudas que certezas, pero en la que tanto la administración nacional como la local han puesto la prioridad para que Colombia deje de ver al Catatumbo como el principal almacén de coca.
Tras su llegada al poder y en uno de sus primeros viajes como presidente, Petro aseguró, en medio de un baño de masas, que «es posible un Catatumbo más grande, más poderoso, si del lado del Gobierno somos capaces de producir, de aumentar la productividad de la región, de traer la universidad pública a este municipio».
Luchar contra el destino impuesto en el Catatumbo
Tanto Bryan como Alexandra no pudieron seguir sus estudios, primero porque no hay oferta de educación superior en su zona, y segundo porque se ven abocados a trabajar en lo que les toque para poder ayudar a sus familias. «En cocina, en la finca, en lo que me salga», insiste Alexandra, que acaba de cumplir 18 años y tiene un hijo de un año y medio.
Los jóvenes del Catatumbo se ven obligados a sumergirse, de una forma u otra, en la economía ilegal que se ha convertido en el sustento de la región: la coca ha permitido un desarrollo que el Estado nunca llevó y da trabajo a quienes no encuentran más oportunidades.
Petro «es el primer presidente que se atreve a tocar las tierras del Catatumbo, (ya que) los presidentes pasados solo decían que ‘los del Catatumbo son guerrilleros’», lamenta Alexandra.
EFE