En el deporte es muy fácil recordar a los atletas que impusieron récords, los que ganaron trofeos, medallas o simplemente los que marcan un hito en cualquier disciplina. Pero detrás de ellos existe un sinnúmero de personas que también trabajan para hacer posible todas las victorias y logros.
En el tenis se escucha la palabra ‘Game’ y los jugadores se dirigen a su lugar de descanso, para hacer alguna clase de calentamiento, hidratarse, y muchos sacan de su bolso una ‘nueva’ raqueta, pese a que la que usan guarda un aparente buen estado. ¿Estrategia? Allí juega un papel importante el encordado, pues una enorme parte del rendimiento del tenista en un partido depende de la tensión a la que estén ajustadas las cuerdas de su raqueta.
Parece ser algo simple, pero no. Encordar una raqueta, resulta ser un arte tan complejo, como jugar tenis.
En el Parque de Raquetas, sede del deporte blanco en los Juegos Centroamericanos y del Caribe, por allá al fondo del escenario, sobresale debajo de una carpa improvisada, un grupo de cuatro hombres que rigurosamente concentran toda su atención en el elemento clave de un tenista: la raqueta.
Jhonatan Sánchez es un encordador que lleva más de 15 años en este oficio. Pero hay que empezar por explicar ¿qué es encordar una raqueta?
Ese oficio “es conocido como la técnica de la colocación de las cuerdas para aprovechar al máximo los beneficios, tanto del cordaje como de la raqueta. Al mismo tiempo, busca mantener las mejores condiciones y con los sistemas correctos, alargando la vida útil de la raqueta”.
Sánchez afirma que los “jugadores acuden a encordar raquetas fundamentalmente cuando hay un cambio de superficie, de altitud y de climatología en el torneo ya que afectan a su percepción a la hora de jugar y varían tensiones”.
Esta vez tiene en sus manos una gran responsabilidad. Encuerda a la ‘consentida’ de Mónica Puig, la puertorriqueña actual campeona olímpica y favorita al oro en los Centroamericanos.
“Mónica utiliza dos tipos de tensiones (presión o rigidez que tiene cada cuerda), 51 libras que es la tensión que se coloca en cada cuerda y la otra se llama tripa natural (considerada como el cordaje de tenis de primera categoría)”, asegura, al tiempo que confiesa el pedido de la medallista.
“Hay que encordarla con mucha calma (risas). Mandó a estirar la cuerda fina y con esa hay que tener mucho cuidado al momento de ponerla en la raqueta para que no se doble y no vaya a tener problemas al momento de la pegada”, expresa Jhonatan.
En su lugar de trabajo (temporal) hay dos máquinas que mantienen el marco de la raqueta estable con una serie de puntos de apoyo mientras las encuerda y con el motor se logra la tensión que el jugador ha requerido. El resto es manual. El costo de una encordada varía entre 10 y 15 dólares.
Pero antes de llegar a ese punto, se requiere pasar por otras fases: retirar las cuerdas viejas, meter las nuevas y el proceso final en la máquina.
Por las manos de Steven Ayala, Daniel Donado y Henry Avilés, quienes completan el grupo de trabajo, han pasado raquetas de los mejores tenistas del continente como las del uruguayo Pablo Cuevas, el brasileño Marcelo Melo, la colombiana Mariana Duque, entre otros.
Ellos serán los encargados por días de competencias, de mantener en perfecto estado y con la tensión al punto a las raquetas de los tenistas que lucharán por un oro en las justas centroamericanas.