Eran tres meses exactamente que llevaba María Antonia Fontalvo Padilla, de 39 años, de no ver a su padre. El impedimento: la cuarentena por el COVID-19; pero, una recaída en la salud de este hizo que ella rompiera el aislamiento y le llevara desde muy temprano unos medicamentos para su recuperación.
Efectivamente fue así: lo vio, le brindó los medicamentos y se regresó a su residencia ubicada en la finca San Rafael, kilómetro 13 de la vía Cordialidad entre Arroyo de Piedra y Luruaco, Atlántico.
Al intentar cruzar la carretera, a las 11:30 de la mañana de ayer viernes, y con la mirada de un hijo que le avisa a su padre de la presencia de ella, es arrollada por un carro: murió instantáneamente.
“Yo solo escuché el praaa (golpe) y me dice mi hijo: ¡fue María, papi”, dijo Regino Antonio Cabarcas García, esposo de la señora fallecida.
La familia dijo que el conductor se quedó en el sitio y se puso a disposición de las autoridades.
Mientras que la Policía de Tránsito y Transporte del Atlántico hizo la diligencia de levantamiento de cadáver de María, quien esperaba su noveno hijo, al tener dos meses de embarazo.